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MÉXICO, TIERRA DE VINOS: LA INDUSTRIA VITIVINÍCOLA NACIONAL BAJO LA LUPA

Fuente: El Economista · Bistronomie | Publicado: Marzo 07, 2025
MÉXICO, TIERRA DE VINOS: LA INDUSTRIA VITIVINÍCOLA NACIONAL BAJO LA LUPA

Salomón Abedrop, presidente del Consejo Mexicano Vitivinícola, habla sobre el crecimiento del vino mexicano y revela que uno de los retos para 2025 es buscar la Indicación Geográfica de nuestros vinos, certificación clave para proteger su origen.

Hablar de vino mexicano es hablar de una industria que avanza a paso firme, consolidándose como un actor relevante en el escenario gastronómico global. Con una visión estratégica, Salomón Abedrop, presidente del Consejo Mexicano Vitivinícola (CMV), nos muestra un panorama que permite entender el presente y el futuro de una industria que crece entre viñedos, medallas y retos por conquistar.

Hoy, 17 estados de la República producen uva industrial, abarcando el 53% de las entidades federativas. Con más de 9,430 hectáreas plantadas para vino y al menos 550 proyectos vitivinícolas registrados, el sector emplea directamente a más de 500 mil personas en el sector primario. Sin embargo, este crecimiento no ha sido lineal ni sencillo. De hecho, uno de los principales retos para el Consejo Mexicano Vitivinícola en 2025 es avanzar con el proceso para lograr la Indicación Geográfica del Vino Mexicano, una certificación clave para proteger el origen y la calidad de los vinos nacionales, colocándolos al nivel de productos emblemáticos como el tequila o el mezcal.

El consumo per cápita en México alcanzó 1.38 litros anuales, un avance considerable si se recuerda que hace apenas una década no superaba el medio litro. “Lo más relevante es que 39 de cada 100 botellas descorchadas en México ya son mexicanas, un logro de mercado significativo, sobre todo considerando que, en Francia y España, los vinos nacionales dominan con más del 85% de participación”. Sin embargo, el crecimiento implica nuevos desafíos: para mantener esta participación y este consumo, México necesita aumentar sustancialmente la superficie plantada.

  

El reto de crecer: hectáreas y percepción

En palabras de Abedrop, el mercado evoluciona más rápido que el campo. Plantar una nueva hectárea de vid y llevarla a una producción de calidad toma entre cuatro y cinco años, mientras que el consumidor exige más vino mexicano ya. Por eso, el CMV ha emprendido una cruzada para sumar a más agricultores al sector, invitando a productores de nuez, maíz o frutales a cambiar o también cultivar vid, garantizándoles un cliente seguro: las bodegas mexicanas.

Pero la tierra y el clima no son los únicos retos. A pesar de que los vinos mexicanos han ganado más de 2,500 medallas internacionales —con Coahuila como la región más premiada— la percepción de algunos consumidores nacionales sigue siendo ambivalente. Durante años, el vino mexicano cargó con el estigma de la inconsistencia, una historia que hoy ha cambiado, pero que aún requiere un esfuerzo de comunicación y confianza.


La calidad como bandera  

Desde el CMV, Abedrop ha definido objetivos clave: mantener unida a la industria, fomentar el crecimiento sustentable de viñedos y bodegas, y cuidar la marca “vino mexicano”, asegurando que sea sinónimo de calidad. “México no puede competir en precio frente a gigantes como Argentina o España, aunque ahí vamos cada vez más cerca, ya podemos encontrar muy buenos vinos desde 200 pesos, donde bodegas de miles de hectáreas logran economías de escala. Nuestro diferencial siempre es la calidad, y es la única carta que nos asegurará un lugar en la mesa global”, afirma el presidente.

Ese compromiso con la calidad es tangible: las bodegas mexicanas no solo participan, sino que destacan en concursos internacionales de prestigio como Vinalies en Francia, Bacchus en España y Decanter en Reino Unido, ganando medallas de oro y reconocimiento mundial.

  

El vino mexicano en casa y fuera de ella

El mercado mexicano tiene particularidades relevantes: el 69% de lo que se bebe es vino tinto, seguido por el blanco (16%), espumoso (10%) y rosado (5%). El 33.7% de las botellas mexicanas cuestan menos de 300 pesos, lo que revela una oportunidad clave: conquistar al consumidor que hoy sigue prefiriendo vino extranjero en ese rango de precio. Además, solo el 3.7% de la producción nacional se exporta, lo que muestra un camino aún por recorrer.

Para fortalecer el mercado interno, el CMV firmó un convenio con CANIRAC para capacitar a meseros y personal de restaurantes, asegurando que el vino mexicano no solo esté en las cartas, sino que se recomiende con conocimiento y seguridad. Así, cada restaurante puede convertirse en un embajador del vino nacional.


De Baja a Nayarit: una geografía de vinos emergente

Si algo ha caracterizado al vino mexicano en los últimos años es su expansión geográfica. De los tradicionales valles de Baja California y Parras en Coahuila, hoy el mapa vitivinícola abarca 17 estados, incluyendo regiones emergentes como Hidalgo y Nayarit, que buscan consolidar proyectos enoturísticos y una nueva identidad vinícola.

Abedrop destaca el potencial de estos nuevos terroirs, especialmente en Nayarit, donde un productor con apenas cuatro hectáreas ya logró medallas internacionales. Este crecimiento descentralizado permitirá que el vino mexicano refleje no solo calidad, sino también diversidad.

El Consejo Mexicano Vitivinícola agrupa a cerca del 85% de los productores nacionales, desde gigantes como Casa Madero hasta pequeños proyectos familiares. Su labor es clara: representar, unir, promover y defender a la industria. 

Salomón Abedrop lo resume en una frase: “El vino mexicano es de muy buena calidad, no les va a fallar”. Con una oferta que abarca desde etiquetas accesibles por debajo de 200 pesos hasta vinos premium de clase mundial, México está en el camino correcto para que, en un futuro no tan lejano, el vino mexicano no sea una opción, sino la primera elección en las mesas del país.


FUENTE: El Economista · Bistronomie.