Para todos los habitantes de este planeta es notable que cada día tenemos menos extensión de tierra para cultivar alimentos no sólo en nuestro país, sino en todo el mundo.
Ya más de la mitad de la población mundial vivimos en ciudades, por lo que la siembra ha tomado auge para realizarse en terrazas, patios y jardines o cualquier otro espacio libre en los hogares.
Para este 2017, se calcula que 800 millones de personas ya practican algún tipo de Agricultura Urbana, según datos de las FAO (Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación). A pesar de esta actividad creciente, aún no existe una ayuda o programas que apoyen los gobiernos, por lo que sigue siendo una actividad que no ha tomado formalidad y hasta cierto punto aún es “invisible”. Instituciones como la UNAM, ha impulsado la investigación para la producción de alimentos en las ciudades, sosteniendo que la siembra urbana puede ser hasta 15 veces más productiva que en lugares rurales, porque se aprovecha mejor la poca tierra fértil y el agua disponible, pudiendo representar para años futuros, una quinta parte de los vegetales comestibles del planeta.
La FAO estima que, a pesar de que casi 800 millones de personas realizan algún tipo de agricultura urbana, estas actividades no tienen reconocimiento en las políticas agrícolas y la planificación urbana. Los productores operan a menudo sin permisos.
Así que también se pueden tener riesgos para la salud y el medio ambiente, olores y contaminación acústica o el uso inadecuado de pesticidas y abonos orgánicos en bruto que puede filtrase a las fuentes de agua. Sin embargo, si se tratan adecuadamente las aguas residuales para su reutilización agrícola, pueden ser ideales para este tipo de agricultura.
A pesar de las ventajas que representa la Agricultura Urbana, uno de los puntos negativos más importantes es que las plantas están expuestas a crecer con la contaminación del agua, el suelo y el aire que hay en las urbes, por lo tanto, podrían afectar directamente la salud de las personas.
Por otro lado, si hablamos de sus ventajas más importantes, tenemos la reducción y aprovechamiento máximo del espacio, el tiempo de traslado, costos de flete, y la huella de carbono que se genera al trasladar un alimento desde el campo hasta la ciudad.
No todos los productos alimenticios pueden ser cultivados con éxito en las ciudades, pero sí aquellos que tienen un ciclo de producción corto. Algunos alimentos se pueden recolectar a los 60 días de la siembra, y este periodo de tiempo se alinea con la Agricultura Urbana.
Así, un espacio de apenas un metro cuadrado puede proporcionar 20 kg de comida al año y la salida de estos alimentos puede ser muy benéfica, promoviendo un comercio justo, pues se gasta menos en trasporte, envasado, almacenamiento, pudiendo vender directo al consumidor, y acortar la cadena de intermediarios. La Agricultura Urbana también proporciona empleo para las mujeres y otros sectores desfavorecidos.
¿Y tú, ya practicas algún tipo de Agricultura Urbana en tu Ciudad?
FUENTE: Valley Supreme.
